Rescato de entre estos primeros artículos, la oración que escudriñaba: “Exijo lealtad a mi liderazgo, porque yo no soy yo, yo soy el pueblo y el pueblo se respeta” (Hugo Chavez, 23/01/10). Iniciaré esta última parte refiriéndome a la primera frase de esta oración: “Exijo lealtad a mi liderazgo...”
“Exijo Lealtad” confirma sin reserva la concepción particular con la que el gobierno Venezolano concibe la relación entre el presidente y sus acólitos. La Lealtad está asociada en primera acepción con fidelidad y viceversa. Otras implicaciones como la obediencia del vasallo a su monarca; el compromiso en cualquier circunstancia por buena o mala que sea y el amor, también forman parte del círculo íntimo de la lealtad. Por supuesto, son los fieles quienes con su fe, proporcionan Lealtad o fidelidad. La conexión “exigida” entonces, no es el deseable “frágil vínculo” político entre ciudadanos y gobierno; sino la amalgama inquebrantable de la Fe; esa misma que está relacionada en primera acepción con las creencias religiosas, no con la política.
Se dice que el hombre es un ser sociable; mas en estado natural esta sociabilidad está limitadas a familias y tribus. Crear sociedades de miles y de millones ha requerido milenios del profundo ejercicio de racionalidad que dio origen a la Política la cual, por racional, “exige” un elevado nivel de objetividad. Entonces el vínculo entre ciudadanos y gobierno debería estar supeditado a la evaluación de resultados de la gestión. Es simple: “Si no cumples, te vas”.
Antes hice uso de la palabra “amalgama”, pues representa una unión de cosas diferentes; entonces la Fe religiosa resultaría una amalgama entre nuestra racionalidad y la irracionalidad que da vida a seres sobrenaturales. Ladislao Vadas decía que la base de esa amalgama llamada Fe religiosa surgió de una emoción: El miedo (El Origen de las Creencias, 1994). ¿Habrá igualmente alguna emoción que alimente esa Fe que exige el presidente de Venezuela y que demuestran sus seguidores? Seguramente muchos compartirán conmigo que sí y que esta emoción es el resentimiento. Y son precisamente este resentimiento y esta Fe los que han propiciado este sectarismo o fanatismo con visos religiosos, en tanto que el presidente es visto por muchos de sus seguidores como el Mesías; percepción que él mismo intenta reforzar y legitimar cuando grita con pasión: “Yo soy el pueblo”
Anteriormente dejaba una pregunta abierta: ¿No deberían dispararse las alarmas de nuestra consciencias democráticas ante tales declaraciones? (“Exijo lealtad”, “Yo soy el Pueblo”). ¿Por qué una alarma? Pues bien en este caso la alarma representaría una “toma de consciencia”; el despertar en medio de una realidad inconveniente; el reconocimiento necesario de una extralimitación “innecesaria” cuya legitimación siempre estará en nuestras manos. Me parece que en democracia el poder debe asignarse a la institución y no a la persona que la representa. Revolución o no, Venezuela tiene una democracia. Si los ciudadanos perdemos objetividad, la democracia pierde solidez. Siempre me pregunto: ¿Luego de dotar al actual presidente de tanta discrecionalidad, cómo sus partidarios evitarán que un próximo presidente abuse de ésta? Creo que la respuesta es obvia: Para estos partidarios un escenario así, nunca llegará.
Links relacionados:
Texto sobre origen de la palabra Lealtad
http://www.worldlingo.com/ma/enwiki/en/Allegiance
Comentarios sobre el resentimiento
http://www.magazinedigital.com/salud/psicologia/reportaje/cnt_id/987