sábado, 9 de abril de 2011

Sobre Inflación (Parte II)


la técnica de imprimir imágenes y caracteres sobre papel era conocida en Oriente y Occidente antes de la llegada de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg (siglo XV). De hecho en China esta técnica ya era practicada desde el siglo VIII. Además de los textos sagrados, archivos históricos y anales que se imprimieron durante siglos, Marco Polo encontró en su visita a China en el siglo XIII, un papel impreso que era usado como “moneda oficial”, del cual afirmaba: “un papel que vale diez besantes no pesa ni uno” (Boorstin, 2000, p.483); y también agregó: “El Kan (refiriéndose al emperador Kublai Kan) ha hecho tal cantidad de este dinero que podría comprar todos los tesoros del mundo” (p.483).

En el libro “Los Descubridores”, Daniel Boorstin (2000) señalaba extractos de las narraciones históricas de Ma Tuan-lin (siglo XIII; repito... siglo XIII) quien decía refiriéndose al papel moneda:

La gente ya no les tenía ninguna confianza y hasta los temían. El pago de las compras del gobierno se hacía en papel. Los fondos de las factorías de sal eran en papel. Los sueldos de todos los funcionarios se pagaban con papel. Los soldados recibían su paga en papel. De las provincias y distritos que estaban endeudados no había ninguno que no pagara en papel... Así, era natural que el precio de los productos subiera mientras el valor del papel disminuía cada vez más. Ello hacía que la gente descorazonada, perdiera los ánimos. Los soldados estaban continuamente excitados por miedo de no tener qué comer y los funcionarios inferiores de todas las zonas del imperio se quejaban de que no tenían suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Todo ello era consecuencia de la depreciación del papel moneda (p.484)

El propio Boorstin agrega:

Las extravagancias del gobernante mongol Giajatu Kan, entre 1291 y 1295, agotaron el erario, situación que trató de remediar emitiendo papel moneda. Cada uno de los billetes, impresos en chino y árabe en 1294 mediante grabado de madera, llevaba la fecha de la era musulmana... y la op
timista predicción de que “la pobreza desaparecerá, los alimentos se abaratarán y los ricos y los pobres serán iguales”. Pero el encantamiento no funcionó. Al cabo de unos pocos días de uso obligatorio del papel el comercio se interrumpió, los mercados se cerraron y el delegado para asuntos financieros de Kan fue asesinado (p. 484-485)

La Romana y la China, una misma historia en tiempo, espacio y culturas absolutamente diferentes. Desde el excesos de gasto público hasta la creación de más moneda (o inflación) y de allí a su consiguiente devaluación. Estas anécdotas monetarias que resultan tan familiares a nuestro entender y con consecuencias tan contemporáneas, ocurrieron a pesar de que el Keynesianismo, neoliberalismo, comunismo, capitalismo y muchas otras teorías económicas yacerían inertes en espera del transcurrir varios siglos más. Ellas también permiten ilustrar que pese a las muchas y rebuscadas explicaciones que tantos dedican a la inflación, tema de especial envergadura en el entorno macroeconómico y por ende, político, su origen primario es simple: Apoyar el desorden del gasto público con emisión o impresión de moneda. ¿Hay matices que atizan la inflación? Sí los hay y en la Venezuela contemporánea son varios; mas el desorden fiscal sigue siendo la base de este trago amargo.

Cierro esta segunda parte y dejo abierta la puerta de la tercera, con esta anécdota extraída de La revista La Ilustración Liberar (¡Párelos!, Fernando Diaz Villanueva, num 24, 2005):

Cuentan que, durante la gran inflación de los años 20, las autoridades económicas de Austria pidieron ayuda al economista Ludwig von Mises para poner freno a una situación que ya se les había ido de las manos. Mises, cuyas recetas para el buen gobierno económico habían sido repetidamente ignoradas, se mostró dispuesto a colaborar y citó al ministro de Finanzas a altas horas de la madrugada junto a los muros del Banco Nacional. El ministro se quedó atónito, pero, dada la desesperación en
que se encontraba, aceptó la extravagante invitación. A la hora convenida el profesor Mises se presentó solo y preguntó a sus interlocutores:

– ¿Qué es ese ruido tan persistente que se oye desde aquí?
A lo que el director del Banco Nacional replicó:
– Son las máquinas del banco acuñando billetes, señor Mises.
El economista se detuvo un instante y sentenció con aplomo:
– Pues bien, caballeros, si quieren ustedes poner coto a la crisis económica que nos aflige, párenlas.

Poco después, el Banco Nacional de Austria dejó de imprimir papel moneda y, como había predicho Mises, la crisis remitió. Desde entonces, ni los austriacos ni sus hermanos alemanes han vuelto a padecer el suplicio de la superinflación. Cosas de la memoria histórica, que, cuando quiere, hace mucho por evitar que los países caigan en errores del pasado.
Ver el artículo completo en: http://www.ilustracionliberal.com/24/parelos-fernando-diaz-villanueva.html

1 comentario:

  1. Me parece mentira que desde tiempos tan antiguos, algunos pueblos de la humanidad ya hayan experimentado "la inflación", y que aún no nos hayamos puestos de acuerdo en la solución de este problema.
    ¿Cuales son las razones que consideras, explicaría este fenómeno?

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